martes, 15 de enero de 2013

ALEMANIA TOCADA POR LA CRISIS


La recesión del euro toca a Alemania, que cae el 0,5% en el último trimestre de 2012

Es la mayor caída en la actividad económica alemana desde el fin de la Gran Recesión de 2009

El Gobierno de Merkel se apunta el primer superávit público desde que estalló la crisis


La economía alemana era un bastión de (tenue) crecimiento y empleo en la zona euro, que ya entró en recesión otra vez este verano al enlazar dos trimestres consecutivos en retroceso. Pero era cuestión de tiempo que la intensa caída de la demanda en otros países europeos afectados por la crisis de deuda, por la batería de recortes y subidas de impuestos desplegada para atajar el déficit, atrancara la locomotora alemana. La oficina de estadísticas federal ha adelantado que el PIB alemán solo creció un 0,7% -0,9% si se ajusta por el diferente calendario de días laborables- en 2012, con lo que el cuarto trimestre habría retrocedido hasta un 0,5% respecto al trimestre anterior.
Es la mayor caída de la actividad económica alemana desde el fin de la Gran Recesión, en 2009. Y ha resultado más intensa de lo que anticipaban los expertos. En todo caso, la mayoría de ellos cree aún que Alemania sorteará la recesión, ya que los indicadores de confianza de los empresarios alemanes han mejorado, lo que anticipa que es posible que el PIB alemán se recupere algo en el arranque de 2013.
Las señales de debilidad en la economía alemana coinciden con el primer saldo presupuestario positivo desde 2007, otra demostración más de ortodoxia presupuestaria del Ejecutivo de Angela Merkel: el sector público alemán cerró el año con un superávit del 0,1% del PIB. Según la oficina estadística alemana, el Gobierno volvió a reducir el déficit (ayudado por el bajo coste de su financiación, con intereses muy bajos), mientras la Seguridad Social aportó un amplio superávit (gracias al sexto récord consecutivo de empleo, con 41,6 millones de personas con trabajo).
La crisis del euro apenas afecta por ahora al mercado laboral alemán, pero sí a sus expectativas de crecimiento. Porque, aunque eluda la recesión, la economía alemana está casi estancada: en 2012 apenas avanzó un tercio de lo que creció el año anterior (un 3,1% anual, ajustado por calendario). Y el Gobierno desvelará este miércoles sus previsiones para 2013, que el Bundesbank, el banco central alemán, ya rebajó al 0,5%, cuando su pronóstico anterior que el PIB aumentara un 1,6% este año.
La recesión que sí afecta ya a la mayoría de países de la zona euro se deja notar en el ritmo de avance de las exportaciones alemanas, mucho más tibio en el conjunto del año pasado (4,1%) que en 2011 (7,8%). Aún así, como las importaciones avanzaron aún menos (2,3%), el saldo exterior volvió a ser "la fuerza que guía el crecimiento económico alemán", según subraya el comunicado de la oficina estadística, al aportar 1,1 puntos porcentuales al aumento del PIB.
En la demanda interna, la evolución a lo largo de 2012  fue dispar. Consumo privado (0,8%, apenas la mitad que en 2011) y público (1%) se anotaron pequeñas tasas anuales positivas, mientras la inversión bajó, sobre todo en bienes de equipo (-4,4%), por primera vez desde 2009, lo que puede ser indicador de la desconfianza del empresariado alemán en el entorno económico. Por sectores, se reproduce la situación: el avance de los servicios apenas compensó la caída en industria y construcción.

España es como el Atleti. E incluso los que no saben ni quieren de fútbol tienen su propia —y errática— teoría sobre lo que eso significa. ¿Un país ciclotímico que un día masca la gloria y otro se enloda? ¿Un país pupas? Vicente Verdú (Elche, 1942), sociólogo, ensayista, articulista de EL PAÍS y que sí sabe de fútbol, considera que los países gozan (o padecen) de rasgos anímicos. Ve a Estados Unidos optimista y advierte sobre una Alemania que se siente escogida para dirigir los destinos de otros. De España, lo dicho: “Tiene tendencia al pesimismo y a la desdicha. Como el Atlético de Madrid. Ahora somos periferia y carne de rescate”.
Por si no bastara con el rasgo específico, España pertenece a un continente poco amante de la comedia, como el americano. “Europa se abraza a la tragedia como demuestra una retahíla de hechos: ha sufrido guerras fronterizas, religiosas, civiles, de 30 años, cruzadas, dos guerras mundiales”, cita. En este preciso momento escasean tanto los asideros vitalistas que el autor ha encontrado un espejo contundente en el que cotejar la realidad, escrito cuando no existían las primas de riesgo: el Apocalipsis de San Juan.
A partir del texto bíblico, Verdú analiza el desmoronamiento y la incertidumbre que gobiernan la sociedad actual. Su ensayo Apocalipsis now (Península) rezuma provocación. “Cuarenta y dos meses es el equivalente al tiempo que la crisis necesitó para establecerse con procacidad y penetrarnos individualmente, siempre a los pies de la Bestia o la Suprema Señora Merkel que desde 2005 ejerce su poder en la segunda Alemania imperial (…) ¿Merkel, el Anticristo?”, se pregunta en el libro, que incluye la edición íntegra del clásico de San Juan.
La canciller es una metáfora. Verdú expone su análisis: “Alemania está repitiendo un papel que ya desempeñó en la Primera Guerra Mundial y en la Segunda. Se sintió líder de Europa, la que conducía a todos los países hacia su destino. Con las medidas de la crisis están reproduciendo eso”.
Abismos, tormentas perfectas, debacles, imperios del mal, depresiones… desde 2008 la prensa se construye a diario sobre un lenguaje extremo, radical, apocalíptico. Y esa fue la primera conexión que llevó a Verdú a rebuscar en el texto de San Juan. Que los zombis estén de moda es, además, otro aviso. “Refleja una plástica y asquerosa idea de la situación”, esgrime. Así que las profecías bíblicas se acomodaban a la perfección a los titulares del día. “Estamos ante el fin de un tiempo, y de eso habla el Apocalipsis”, explica. Fin de etapa —enumera— en lo económico, en lo político y, acaso, en lo moral. “El Apocalipsis parece escrito para nosotros, los europeos. Para recibir el bien y precaverse inútilmente del mal”, afirma en la obra.
“La primera causa que lo explica es la descomposición política, el hundimiento del sistema democrático y de los controles que protegen a los ciudadanos. De ahí se deriva todo lo demás. Los valores de referencia no sirven. Hay una sensación de que la inmoralidad no tiene castigo”, reflexiona.
¿Habrá reinicio tras el fin. Verdú observa signos de esperanza? “Esta situación de crisis está creando movimientos de solidaridad muy importantes tanto en las redes sociales como fuera, es una situación similar a la posbélica en la que la gente se ayuda”.

OPINION: Cuando Alemania sufra las consecuencias que sufren otros países , dejara de presionar en la reducción del déficit  que seria lo mismo que cambiar a políticas  expansionistas.

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